Mes: septiembre 2014

El intenso calor de la luna: Gioconda Belli

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el intenso calor de la lunaHace unos años atrás, recuerdo haber leído a un “crítico literario”, referirse a una novela de una escritora chilena, como “una novela más que cuenta de problemas existencialistas de mujeres burguesas”. No recuerdo al emisor de tamaña brutalidad (o quizás inconscientemente decidí olvidarlo), pero sí recuerdo lo violentada que me sentí como mujer y como lectora.

El Intenso Calor de la Luna, de Gioconda Belli, su última novela, (Seix Barral), tiene como eje central la historia de Emma, una mujer de 48 años, burguesa (qué crimen), que cuenta desde una posición femenina, cómo la llegada de la menopausia y el nido vacío, trastoca su vida, cuestiona su femineidad y su posición en la vida. Su existencia. Esos problemas que pareciera que son tan repetidos, insufribles, y poco entendidos para muchos que se quejan de no entender al sexo femenino. Por suerte, las mujeres estamos leyendo cada vez más, por suerte, la brecha educacional se está disminuyendo en comparación con los años de escolaridad masculinos. Por suerte, cada vez son más las mujeres escritoras que escriben sobre temáticas femeninas, para un público cada vez más demandante. Y todo esto ha obligado a las editoriales a publicar cada vez más libros escritos por autoras que se atreven a abrir este invisible mundo.

La historia de Emma, aunque narrada maravillosamente, casi pareciera irrelevante. Los hechos, las hazañas, los (des)encuentros sexuales, el desvanecimiento de un matrimonio, quedan escondidos, detrás de las profundas reflexiones que hace la Belli acerca de una etapa de la vida de la mujer que ha sido poco tratada y más bien escondida en ese mundo privado donde pareciera debiera estar el rol aceptado socialmente para la mujer en ese estado: la menopausia.

El libro se cuestiona porqué por el hecho de perder la capacidad de reproducirnos, nos sentimos menos mujer. Por qué ésa es una realidad que cuesta sacarse de la cabeza cuando son años de construcciones y creencias basadas en imágenes de mujeres bigotudas y asexuadas en quien supuestamente se transforman quienes pierden la menstruación.

Mención aparte, el personaje de Jeanina, la ginecóloga, voz detrás de la cual se esconde la Belli, para romper como una ráfaga con unos cuántos paradigmas acerca de la menopausia:

“Esta es tu hora de ser más mujer, de ser sólo mujer, enteramente mujer, de ser para vos misma y descubrir que tu poder no reside en bailar la danza del apareamiento, ni de tener las plumas más vistosas. Tu poder no depende de la sexualidad; disfrutá de ella, pero no reside allí. ¿Sabes cuál es nuestro capital, nuestra mina de diamantes? El amor. No te estoy hablando en términos románticos. Lo que las mujeres poseemos en abundancia es una innata capacidad de dar y recibir amor.”

“Pensalo, Emma. No has perdido nada, nada absolutamente. Ya tuviste tus hijos. El ciclo de la fertilidad ya no es necesario, la regla tampoco. Es tu tiempo ahora. Y el poder que desarrollaste en todos estos años practicando el amor hacia afuera está intacto y maduro; es una capacidad extraordinaria que te afinó como un magnífico instrumento para que ahora vos hagás la música por el puro placer de oírla.”

Este no es un libro para mujeres menopáusicas. Es para todos. Para aquellas mujeres jóvenes que no tienen consciencia del potencial oculto en su cuerpo, para aquellas, que aún nos estamos construyendo en la etapa del “amor hacia afuera”, para que no nos perdamos de nosotras mismas, para aquellas, que ya están en esa etapa, es una invitación al goce, a entender que la vida, sabiamente, nos devolverá la mano a todas con un tiempo para nosotras mismas. Pero también, para todos aquellos hombres que quieran realmente ver a una mujer en su totalidad. Absolutamente recomendable.

Cecilia Amenábar: Amor Amarillo

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Todas quisimos ser Cecilia. Cecilia Amenábar, chilena, a mediados de la década del 80’, se destacaba por ser una adolescente de rebeldía singular, pues junto a las inquietudes propias de su edad sentía una atracción permanente por las artes y las comunicaciones. Como amante de la música y del canal MTV, por un lado era guitarrista y corista en las misas de colegio y, por otro, era una infatigable organizadora de fiestas y recitales, en especial de grupos glam-rock.

Tras escuchar a los grupos más notables del Rock Latino que despuntaban en esa década, la adolescente, al igual que miles de muchachas a lo largo de todo Chile, se prendó de Gustavo Cerati, vocalista de Soda Stereo, banda que en ese momento lideraba ese movimiento. Pero lo suyo no era realmente un enamoramiento o capricho adolescente, sino una gran admiración al músico que se escondía detrás de la conocida figura mediática.

Tras terminar el colegio en 1988, intensificó su relación con el modelaje (a los 15 años ya había aparecido en la revista Paula). Y al año siguiente, cuando tenía sólo 17 años, el azar transformaría su sueño en realidad. Durante una conferencia de prensa en Santiago, conocería por fin a Gustavo Cerati, con el cual simpatizó de inmediato. El músico y la modelo no demoraron en intercambiar números de teléfono, lo que fue el primer paso para una incipiente amistad de evidentes ribetes amorosos.

Cerati, que siempre tenía una corte de bellas chicas tras él dispuestas a todo, hacía dos años se había separado de su primera mujer, la diseñadora argentina Belén Edwards. Pero ahora el argentino estaba libre de compromisos, lo que facilitó que quedara prendado del encanto, belleza y espontaneidad de la joven modelo chilena, a quien incluso comenzaría a mandarle significativas cartas de amor.

El romance de la pareja no fue pasajero y terminó en el altar. Contrajeron matrimonio el 25 de junio de 1993 en la iglesia Los Misioneros de Pedro de Valdivia Norte y el evento culminó con una regada y ondera fiesta en el Club de Polo de Vitacura.

La pareja, que se radicó primero en Santiago y después en Buenos Aires, se separaría finalmente en 2002. Cecilia se dedicaría después a numerosas actividades, como actriz, fotógrafa y directora de videos, aunque siempre ligada de una u otra forma a su gran pasión: la música: “Cuando estoy en un lugar en el que no me gusta la música me voy, no lo dudo ni un instante. En general trato de elegir lugares en los que sé que voy a estar contenta. Me gustan las fiestas porque son lugares de encuentro. Me acuerdo que con Gustavo nos encontramos en un recital de Mouse on Mars, recién separados, y nos pusimos a bailar en forma totalmente espontánea. La música tiene un poder curativo enorme”, confidenció.

La historia magnifica viene detrás del primer disco en solitario de Ceratti, donde Cecilia tuvo una particular participación.

La historia contda por Yumber Vera Rojas

(http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/3-30399-2013-11-03.html)

«A VEINTE AÑOS DE AMOR AMARILLO, AQUEL IMPENSADO DEBUT SOLISTA»

El año en que Cerati cruzó los Andes. Nació casi por casualidad, en el exilio del líder de Soda y mientras esperaba su primer hijo; se convirtió en un disco clave en su carrera.

Hace algunos años, Gustavo Cerati confesó: “Una vez vi un CD mío a diez pesos. Me dio vergüenza y me lo llevé”. El disco al que se refería el líder de Soda Stereo es Amor amarillo, que el viernes cumplió dos décadas. Si bien es cierto que fue su primer trabajo en solitario, el tiempo se encargó de darle ese lugar, pues al momento de su aparición se le consideró una aventura sonora más. Esa ópera prima, a pesar de que fue bien recibida, puso a sonar las alarmas entre los seguidores del trío debido a que demostró que, tras el llamado de atención que significó el tándem con Daniel Melero para Colores santos (1992), el músico era capaz de llevar adelante una carrera unipersonal –al menos compartida–, además en una época en la que las relaciones en la banda evidenciaban su desgaste. Mientras meditaba acerca de su futuro en la terna, el cantautor conoció la noticia del embarazo de su esposa, la artista chilena Cecilia Amenábar, del primogénito de ambos, Benito: eso lo motivó a mudarse una temporada al otro lado de la Cordillera.

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