Mes: enero 2019

¿Cuándo fue tu primera vez?

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gafas

Es una pregunta que me viene dando vueltas desde que me la hicieron hace unos días.

No, no es lo que creen.

La pregunta es otra. ¿Cuándo te sentiste por primera vez feminista?

(Voy a hacer un a reflexión personal aquí). Se dan cuenta que el vocablo «feminista» está en femenino, y se puede hablar de hombres, mujeres o trans «feministas». Ahí es donde me patea la «e», a pesar de que tengo miles de ganas de usarla, y cuando puedo lo hago, uno debería hablar, si es apegado a la demanda lingüística, de feministes.  Lo siento hermanas, es feminista. Instauremos la @ porque así como tod@ es indefinido.

Siendo sincera, no tengo la claridad para decir cuándo sentí que era feminista. Ésa es la pregunta sobre tu primera vez que llama el título. La respuesta personal es que creo que lo era antes de pensarlo o incluso saber lo que significaba. Pero a la larga, o corta, es ponerse una gafas violetas. Desde el minuto que lo haces comienzas a ver y entender el mundo de manera diferente.

 

¿Cuándo fue la de ustedes? ¿o qué esperan para declararse? o simplemente odian el término?

Quizás nunca tuve una razón específica por la cual luchar contra el patriarcado (me imagino le pasa lo mismo a la gran mayoría de los hombres), porque mi opinión no luchaba contra nadie para imponerse. Mi realidad -económica, educacional y social- es muy distinta a la gran mayoría de las mujeres en el mundo. Muy probablemente por sobre el 90%-lo que me hace una élite- pero me ayudó, apenas supe, a sacar la voz no solo por mi, por ellas también.

Éramos todas mujeres. En el colegio. Con mi hermana. En mi familia. Solo tenía abuelas  inmigrantes vivas, que tenían tremendo carácter e independencia y mantenían mi herencia emocional viva. Mi mamá, trabajaba a la par de mi padre, en el mismo negocio, tomando roles diferentes, pero donde la opinión final de qué se vendía pasaba por ella.

Pero, si escarbo, recuerdo dos cosas: en tercero medio, fui a buscar unas pruebas a la oficina de mi profesora de bachillerato de inglés. Eran en roneo y el olor a tinta era característico de pruebas importantes.

Sin embargo, eso no fue lo que me llamó la atención. En la pared había un cuadro que titulaba «La Nueva Evolución»  (renombrando a Darwin) e iba desde la huella del mono al neanderthal hasta la pisada de un hombre descalzo para llegar al taco de una mujer.

Ver y recordar esa imagen me empodera hoy. Nunca más la ví., la he googleado y no logro encontrar esa imagen que significó tanto para mi. Muchas  veces me he preguntado a qué rama del feminismo era afín esa profesora que me puso, sin saberlo, las gafas violetas. Era del tipo de profesoras que nos hacían debatir el papel de la mujer de una teleserie de moda -«Machos» en este caso- en publicidad y medios de comunicación, incluso en el Festival de la ciudad donde vivíamos, Viña del Mar, donde la animadora era y sigue siendo un maniquí que vestir.

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Virginia Woolf y su habitación propia.

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viginiaCreo que nos seguimos subestimado. Sin quererlo, continuamos invisibilizándonos cuando no reconocemos el avance y la lucha de muchas mujeres que vienen detrás. Cuando lo das por sentado. Cuando te llamas «no feminista» y no entiendes que hace 30 años en Chile no tenías derecho a administrar tus bienes, o que hace 150 no podías tener una profesión, ni siquiera eso. Hace 70 años, la edad que cumplirá mi papá, las mujeres no podían elegir quién las gobierne porque «algún hombre lo hará por ellas».

Si esto te parece ridículo, lamento decírtelo. Eres feminista. Hombre, mujer o cualquier identidad con la que te sientas identificad@.

El feminismo, como muchas corrientes, busca cambiar, revolver, repensar el orden establecido. Y ése camino no es único. Por eso vez mujeres con colas de yeguas o pechos al viento y otras que se enfocan en investigación y visibilizar las cifras de desigualdad. Tod@s estamos en los lo mismo. Solo escogimos caminos distintos.

En este caso, creo que lo que buscan cambiar – más allá de las prácticas- (machismo) es el patriarcado ) y se sistema que tenemos normalizado.  Lo busqué en la RAE, para que no hubiese conflicto sobre su definición. Me fue mal:

Patriarcado
Del lat. tardío patriarchātus.

1. m. Dignidad de patriarca.
2. m. Territorio de la jurisdicción de un patriarca.
3. m. Tiempo que dura la dignidad de un patriarca.
4. m. Gobierno o autoridad del patriarca.
5. m. Sociol. Organización social primitiva en que la autoridad es ejercida por un varón jefe de cada familia, extendiéndose este poder a los parientes aun lejanos de un mismo linaje.
6. m. Sociol. Período de tiempo en que predomina el patriarcado.

En este caso, viva wikipedia, que actualiza de acuerdo a los tiempos:

«Patriarcado es una forma de organización social en que la autoridad es ejercida por un varón jefe de cada familia, denominado «patriarca».1 La autoridad del patriarca se puede extender a los parientes lejanos del mismo linaje. El concepto puede extenderse a todas las organizaciones sociales en las que existe un desequilibrio de poder entre varones y mujeres, en favor de los primeros.»

En los estudios feministas y varios estudios sociológicos, históricos, políticos y psicológicos, el término patriarcado es utilizado para describir una situación de distribución desigual del poder entre hombres y mujeres en la que los varones tienen preeminencia en uno o varios aspectos, tales como la prohibición del derecho al sufragio, la regulación de los delitos contra la libertad sexual, la violencia de género, los regímenes de custodia legal de los hijos, la doble moral según el género, el sexismo en el lenguaje, mecanismos de invisibilización, la determinación de las líneas de descendencia (filiación exclusivamente por descendencia patrilineal y portación del apellido paterno)» los derechos de primogenitura, la autonomía personal en las relaciones sociales, la participación en el espacio público ―político o religioso― o la atribución de estatus a las distintas ocupaciones de hombres y mujeres determinadas por la división sexual del trabajo.

Tenemos paciencia y generamos cambios sin violencia y a través de la herramienta más grande de todas: la educación.

Si nosotras cambiamos, el mundo cambia. Nos han otorgado ese poder. El del mundo privado, y quienes hoy somos madres,’uy probablemente somos conscientes del efecto que tenemos. Del poder que tenemos.

Sigan dejando el mundo en nuestras manos. Cada vez hay menos miedo.

Un saludo en tus 137, Virginia. Viviste una vida muy compleja desde muy pequeña, pero tu obra sigue abriendo mentes. mi habitación propia no es física, pero si muy consciente. Y se respeta. por eso puedo escribir, trabajar, amar hoy.

Gracias totales.

“Cada uno tenía su pasado encerrado dentro de sí mismo, como las hojas de un libro aprendido por ellos de memoria; y sus amigos podían sólo leer el título.”

Natalicio 111 de Simone de Beauvoir: La plenitud de la vida

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“Lo que es seguro es que ahora es muy difícil para las mujeres asumir a un tiempo su condición de individuo autónomo y su destino femenino; es la fuente de estas torpezas y malestares que a veces las presenta como «un sexo perdido». Y sin duda es más cómodo sufrir la esclavitud ciega que trabajar por la liberación: los muertos también están mejor adaptados a la tierra que los vivos.” Simone dé Beauvoir (La plenitud de la vida, 1960)

Gracias por ser de las que primero escribió y testimonió. Por abrirnos los ojos a las que venimos después de ti. No hemos logrado todo, pero avanzamos.

Hoy, 9 de enero es su natalicio 111. Gracias totales.

Julieta Lanteri: pionera silenciada

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Julieta R.B. tiene 4 años  hoy y es mi sobrina-ahijada. Por conclusión, soy su Ale mairina.

Para esta Navidad recibió un camión de Paw patroll de sus papás (o como se escriba,  ella esperaba el barco), unas piezas parecidas a los legos, pero que se construyen con imanes (Imax) de sus nonnos, y libros de Oliver Jeffers de nosotr@s. Puros objetos que ella le pidió al viejo pascuero, como le decimos en Chile.

Mi ahijada, no pidió nada de lo que pedía yo a mis 4 años: la última barbie (que era casi imposible tenerla) o un juego de tacitas/casa o algo relacionado a princesas. Ella se quedó construyendo con mi hijo de 10 (que envidiaba secretamente su regalo) hasta la 1 am, puentes, girasoles, varillas mágicas y castillos, para que pase su camión pase entre medio. Es evidente que hemos avanzado y seguimos haciéndolo. Esto no quiere decir que una niña no pueda pedir una muñeca o que ver una película de princesas, tiene que ver con la libertad de elegir. En su libertad de opinión, su libertad de juego, sus sueños (quiere ser futbolista, chef, policía y bombero) tiene su mundo abierto. Mi sobrina Juli (la única mujer más cercana hasta el momento de mi siguiente generación) representa ese futuro, que -sin que aún lo sepa-  tuvo en parte, una tocaya argentina, que lo pavimentó.

Julieta Lanteri fue la primera mujer en votar en 1911 en Argentina (nació en Italia en 1873). Las condiciones para votar eran:

– Eres ciudadano mayor de edad?… si
– ¿Sabes leer y escribir?… si
– ¿Habías pagado impuestos comunales por al menos 100 pesos o ejercías una profesión liberal?… si
– ¿Tienes domicilio legal en Buenos Aires?… también.

Entonces, porqué no votar. Julieta lo hizo, se atrevió, nada se lo impedía, era médica (doctorada en medicina y cirugía). Pagaba impuestos y era mayor de edad. Las trampas llegaron y su hazaña le impidió votar el 1919 (exigirían enrolamiento militar). Lograron borrarla de la memoria colectiva de más del 50 % de la población que hoy sí está representada (al menos en voto). Recién el voto femenino fue reconocido el 47 en Argentina. Ella no alcanzó. Pero pudo sembrar. Pudo tener voz para decidir quiénes la gobiernan. Inspiró a otras que fueron más allá y lo lograron.

En 1924 Matilde Hidalgo, ecuatoriana, fue la primera latinoamericana en votar de manera aprobada bajo  unanimidad por el congreso que “las mujeres ecuatorianas gozaban de derecho para elegir y ser elegidas”. En 1941, fue la primera en ser candidata y electa. Lo que convierte a Ecuador en un país vanguardista en términos de sufragio femenino en nuestro continente latino, luego de los anglosajones EE. UU. y Canadá.

En 1919, Julieta fue candidata a diputada. Su slogan era “En el Parlamento una banca me espera, llevadme a ella”. Consiguió 1730 votos, obviamente todos masculinos, entre ellos el del escritor Manuel Gálvez que “como no quería votar por los conservadores ni por los radicales” –según su propia confesión– prefirió apoyar a “la intrépida doctora Lanteri”. (Cita de https://www.pagina12.com.ar/115400-julieta-lanteri-la-heroina).

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